No
he dejado la edición ni olvidado este blog, pero a veces falta el tiempo
y las ganas de escribir sobre las peripecias que vivo desde que me dediqué al
mundo de la edición.
Y
es que los editores tenemos que lidiar con los males propios de estos tiempos,
ya que se ha producido una involución en los procesos editoriales, que ha originado
un regreso a un pasado que creí superado en la edición.
Ahora
cualquiera se involucra en el proceso, sin tener conocimientos sólidos en
edición; solo la base de cómo “maquilar” los libros para cumplir con tiempos
irrisorios. Y no es que yo piense que "cualquier tiempo pasado fue
mejor". Lo fue.
No
hay peor experiencia para un editor que tener a alguien tras de sí, que no
tenga ni la más remota idea de qué es editar con propiedad y conocimientos
amplios sobre el tema. Ahora siguen fórmulas al estilo "check list",
utilizando herramientas con las cuales se creen aptos para irrumpir en el mundo
de la edición y hablar de tú a tú con editores reales; es decir, en el amplio
sentido de la palabra.
Y
sí, claro, esta publicación muestra un tanto de enojo ante la estupidez y la
ignorancia humanas, y no lleva ningún barniz.
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