Hace aproximadamente un mes, empezó una historia trágica.
Un familiar de mi empleada que emigró a EUA hace más de una década, procedente
de una de las más recónditas aldeas de Quiché, falleció a causa de una
intoxicación alcohólica. El cuerpo inerte en el patio de su casa fue recogido
por la Oficina del Forense del Estado de New Jersey (Regional Medical Examiner Office).
La noticia llegó a Guatemala con la incertidumbre y el
desconocimiento total de cómo realizar la repatriación del cuerpo de Ismael,
nombre del pariente fallecido de mi empleada. Ella acudió a mí para que la
ayudara a encontrar el mecanismo para realizar la repatriación.
Ninguno de los otros compañeros quería averiguar qué hacer por el miedo a ser
deportados a Guatemala. Solo contaba con un número de teléfono que le
proporcionó uno de los amigos de Ismael, también guatemalteco y “mojado” en
EE.UU. Lo primero fue ingresar el número a Google y empezar a rastrear a qué
oficina podría corresponder por la información con la que se contaba. Encontré que correspondía a la Regional Medical Examiner
Office del Estado New Jersey, llamé inmediatamente y así empezó todo.
El
médico que me respondió me contó cómo lo habían encontrado, de qué había muerto
y qué era necesario hacer para sacar el cuerpo de esa oficina. Lo
primero era que alguien, familiar o amigo, lo identificara, pero el caso es que
nadie quería hacerlo por miedo a ser deportado. Además, me recalcó que era
necesario hablar con la Cónsul de Guatemala para que ella realizara el reclamo del cuerpo y
así pudiera ser repatriado a Guatemala.
Por fin, uno de sus compañeros lo identificó y de esa manera inicio el trámite.
Posteriormente, se habló con la Cónsul, quien solícitamente ayudó a agilizar
los trámites en
EE.UU., pero advirtió que la familia tendría que pagar
aproximadamente, entre $3000 a $4000 dólares por el tratamiento que debía darle al cuerpo una funeraria local, el transporte aéreo del cuerpo, más el traslado del aeropuerto hasta su aldea
natal en Quiché. Ya en ese momento se había recorrido parte del camino, pero
faltaba reunir esa cantidad para cuando el cuerpo estuviera de regreso en Guatemala.
La Cónsul indicó que en algunas oportunidades el Ministerio de Relaciones Exteriores de
Guatemala daba un porcentaje mínimo como aporte para este pago. Tuvo que venir
la esposa del occiso a la ciudad capital para cumplir con presentar el
documento de identificación y realizar el
reclamo oficial del cuerpo. El Ministerio indicó que sí daban un porcentaje de
ayuda, pero no significativo en relación con el monto total ($3000 a $4000).
Días después, con sorpresa, pero con gratitud infinita, la esposa de Ismael
recibió la noticia, por parte del Ministerio, de que no tendría que desembolsar
un solo centavo por la repatriación del cuerpo, considerando los escasos y
precarios recursos de la familia.
Ayer arribó el cuerpo a Guatemala e inmediatamente, después de su identificación, fue
trasladado a la aldea El Pinal en Quiché, gracias a la efectiva colaboración de
las personas y entidades mencionadas.
Aunque es un acto de tristeza profunda, qué fortuna para la
familia no haber tenido que pagar nada más que el dolor de la pérdida de
Ismael y la angustia de una espera que parecía interminable.
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